Mi mano izquierda te conoce
La calma de tu respiración la invitan a pasearse por vos;
Conoce el contorno de tu rostro
Centímetro por centímetro
El tamaño de tus ojos y las pestañas que los adornan
Cada curva de la protuberancia de tu laringe
El lóbulo en cada oreja, uno diferente del otro.
Mis dedos detectan tu piel eriza cuando mis uñas se pasean por tu cuello.
Mis manos, éstas que te anhelan, conocen las rutas de tus extremidades y el destino de cada vena en tu cuerpo.
Si ciega me quedara mis dedos verían por mi cada centímetro de tu cuerpo,
Tus cicatrices y las señas de las etapas de tu vida que van quedando atrás.
Las yemas de mis dedos delinean tus pobladas cejas y tu barba,
Barba de hombre.
Se detienen un momento para darse cuenta que has crecido.
He vivido a tu lado las transiciones de tu anatomía,
Has cambiado de talla y ya no te quedan los zapatos,
Ya no te gusta jugar y te volvés aburrido –decís vos-
Pero así me gustás, con tu pensamiento canoso
Con tu mirada de niño
Con tus caricias de hombre.
¿Habrá otra pasajera que quiera viajar en el tren de tu morfología?
¿A tientas y en silencio recorrerte sutilmente, como tus nervios lo necesitan?
¿Saber detenerse en cada parada precisa, dejando que el tacto se entienda con tus sentidos?
¿Tendrá una gaveta disponible para tus cosas, donde pueda dejarte mensajes?
La musicalidad para tus sensaciones la tienen mis dedos, mi tacto, mi aroma y mi respiración.
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